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31 de enero de 2011

LOS SIETE PRINCIPIOS HERMETICOS

Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par.»
                                                                                                                   
Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:
1. EL PRINCIPIO DE MENTALISMO.
2. EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA.
3. EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN.
4. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD.
5. EL PRINCIPIO DE RITMO.
6. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO.
7. EL PRINCIPIO DE GENERACIÓN.

«El TODO es Mente; el universo es mental.»

Este principio encierra la verdad de que «todo es mente». Explica que el TODO, que es la realidad sustancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias que conocemos bajo los nombres de «universo material», «fenómenos de la vida», «materia», «energía», etc., y en una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y viviente. Explica también que todo el mundo fenomenal o universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupado la atención del público, y que sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis científica. La comprensión de este principio hermético de mentalismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de la Filosofía Hermética puede emplear conscientemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas por casualidad o ser usado por ellas. Con la clave maestra en su poder, el discípulo puede abrir las puertas del templo del conocimiento mental y psíquico y entrar en el mismo, libre e inteligentemente. Este principio explica la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el porqué todas estas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los antiguos Maestros escribió largo tiempo ha: «El que comprenda la verdad de que el universo es mental, está muy avanzado en el sendero de la maestría». Y estas palabras son tan verdad hoy en día como lo eran cuando fueron escritas. Sin esta clave maestra la maestría es imposible, y el estudiante que no la posea, en vano llamará a la puerta del Templo.

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»
Este principio encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma hermético se refiere precisamente a esto, y afirma: «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba», y la comprensión de este principio da una clave para resolver muchos de los más obscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera nos sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de aplicación universal en los diversos planos, mental, material o espiritual del Kosmos: es una ley universal. Los antiguos hermetistas consideraban este principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vida. Su aplicación puede desgarrar un tanto el Velo de Isis, de tal manera que nos permita ver, aunque más no sea, algunos de los rasgos de la diosa. De igual manera que el comprender los principios de la geometría habilita al hombre para medir el diámetro, órbita y movimiento de las más lejanas estrellas, mientras permanece sentado en su observatorio, así también el conocimiento del principio de correspondencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido o lo desconocido; estudiando la mónada se llega a comprender al arcángel.


«Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.»

Este principio encierra la verdad de que todo está en movimiento, de que nada permanece inmóvil, cosas ambas que confirma por su parte la ciencia moderna, y cada nuevo descubrimiento lo verifica y comprueba. Y, a pesar de todo, este principio hermético fue enunciado cientos de años ha por los Maestros del antiguo Egipto. Este principio explica las diferencias entre las diversas manifestaciones de la materia, de la fuerza, de la mente y aun del mismo espíritu, las que no son sino el resultado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro espíritu, hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es esta, tanto más elevada es su posición en la escala. La vibración del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que prácticamente puede considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rapidísimamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibración es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria. Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula hasta el astro y los Universos, todo está en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a los estados o planos de la energía o fuerza (la que no es más que un determinado estado vibratorio), y a los planos mentales y espirituales. Una perfecta comprensión de este principio habilita al estudiante hermético a controlar sus propias vibraciones mentales, así como las de los demás. Los Maestros también emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales. «El que comprenda el principio vibratorio ha alcanzado el cetro del poder», ha dicho uno de los más antiguos escritores.

«Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.»
Este principio encierra la verdad de que todo es dual; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos, afirmaciones que son de otros tantos axiomas herméticos. Explica y dilucida las antiguas paradojas que han dejado perplejos a tantísimos investigadores, y que literalmente decían: «La tesis y la antítesis son idénticas en naturaleza, difiriendo sólo en grado»; «los opuestos son idénticos en realidad, diferenciándose en su gradación»; «los pares de opuestos pueden conciliarse, los extremos se tocan»; «todo es y no es al mismo tiempo», «toda verdad no es sino media verdad»; «toda verdad es medio falsa», etc. Este principio explica que en cada cosa hay dos polos, dos aspectos, y que los «opuestos» no son, en realidad, sino los dos extremos de la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados entre ambos. El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente la misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en diversos grados de aquella. Mirad un termómetro y tratad de averiguar donde empieza el calor y donde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto en realidad, indicando simplemente ambos términos, frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que ésta se manifiesta en esos opuestos no es más que los polos de eso que se llama Calor, o sea la manifestación del principio de polaridad que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la «luz» y la «oscuridad», las que, en resumen, no son sino la misma cosa, siendo ocasionada la diferencia por la diversidad de grado entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde termina la oscuridad y dónde empieza la luz? ¿Cuál es la diferencia entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre positivo y negativo? El principio de polaridad explica esta paradoja. El mismo principio opera de idéntica manera en el plano mental. Tomemos, por ejemplo, el amor y el odio, dos estados mentales completamente distintos aparentemente, y notaremos que hay muchos grados entre ambos; tantos, que las palabras que nosotros usamos para designarlos, «agradable» y «desagradable», se esfuman una en la otra, hasta tal punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos causa placer o disgusto. Todas no son más que gradaciones de una misma cosa, como lo comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y aun más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vibraciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es considerado como lo más importante por los hermetistas. Muchos de los que leéis estas páginas habréis tenido experiencias en vosotros mismos y en los demás de la rápida e involuntaria transición del amor en odio y recíprocamente. Y ahora comprenderéis la posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El «Bien» y el «Mal» no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el hermetista comprende y conoce perfectamente el arte de transmutar el mal en el bien aplicando inteligentemente el principio de polaridad. En una palabra, el «arte de polarizar» se convierte en una fase de la alquimia mental, conocida y practicada por los antiguos y modernos Maestros herméticos. La perfecta comprensión de este principio capacita para cambiar la propia polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y estudia lo necesario para dominar este arte.


«Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.»
Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad, descrito un momento ha. Hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo; soles, mundos, animales, mente, energía, materia. Esta ley lo mismo se manifiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en la vida, en las cosas todas, y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con frecuencia a esto último que creen los hermetistas que este principio es el más importante. Los hermetistas han descubierto este principio, encontrándolo de aplicación universal, y han asimismo descubierto ciertos métodos para escapar a sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. Emplean para ello la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio o impedir que opere, pero han aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado que depende del dominio que se tenga de dicho principio. Saben como usarlo, en vez de ser usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la ciencia hermética. El Maestro se polariza a sí mismo en el punto donde desea quedarse, y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo. Todos los que han adquirido cierto grado de dominio sobre sí mismos ejecutan esto hasta cierto punto, consciente o inconscientemente, pero el Maestro lo efectúa conscientemente, y por el solo poder de su voluntad alcanza un grado tal de estabilidad y firmeza mental casi imposible de concebir por esa inmensa muchedumbre que va y viene en un continuado movimiento ondulatorio, impulsada por ese principio de ritmo. Este, así como el de la polaridad, ha sido cuidadosamente estudiado por los hermetistas, y los métodos de contrabalancearlos, neutralizarlos y emplearlos, forman una de las partes más importantes de la alquimia mental hermética.


«Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley.»

Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a la Ley.
La suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa totalmente a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los cuales se pude ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta cierto grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efectos. Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos.
Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causalidad de los planos superiores en que se encuentran, pero prestan su colaboración para regular y regir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es nuestro deseo.

«La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos.»
Este principio encierra la verdad de que la generación se manifiesta en todo, estando siempre en acción los principios masculino y femenino. Esto es verdad, no solamente en el plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo físico este principio se manifiesta como «sexo», y en los planos superiores toma formas más elevadas, pero el principio subsiste siempre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiritual, es posible sin este principio. La comprensión del mismo ilumina muchos de los problemas que tanto han confundido la mente de los hombres. Este principio creador obra siempre en el sentido de «generar», «regenerar» y «crear». Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos de este principio. Si deseáis conocer la filosofía de la creación, generación y regeneración mental y espiritual, debéis estudiar este principio hermético, pues él contiene la solución de muchos de los misterios de la vida. Os advertimos que este principio nada tiene que ver con las perniciosas y degradantes teorías, enseñanzas y prácticas, que se anuncian con llamativos títulos, las que no son más que una prostitución del gran principio natural de generación. Tales teorías y prácticas no son más que la resurrección de las antiguas doctrinas fálicas, que sólo pueden producir la ruina de la mente, del alma y del cuerpo, y la Filosofía Hermética siempre ha alcanzado su verbo de protesta contra esas licencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que deseáis son tales enseñanzas, debéis irlas a buscar a otra parte: el hermetismo nada contiene sobre ellas. Para el puro todas las cosas son puras; para el ruin todas son ruines.

Jesús Miravalles Gil
                                  

26 de enero de 2011

EL HERMETISMO UNA ESCUELA PARA EL ALMA

 El Hermetismo, escuela que reúne conocimientos ocultos egipcios, se le atribuye a Hermes Trismegisto, postula básicamente la triada hermética, Dios, Cosmos y el hombre. El hombre es imagen del cosmos, y el cosmos es creado por Dios. Por lo tanto como se postula en la Tabla de la esmeralda de Hermes: “Como es Arriba es abajo, como es abajo es arriba“, somos a semejanza del cosmos, por lo tanto somos a semejanza de DIOS. El hombre debe acercarse a Dios mediante el pensamiento elevado o Nous, y el Logos, o Palabra, puesto que Dios creo el universo mediante el poder de la palabra, que es una manifestación del pensamiento creador. Enseña que DIOS es un principio Único.
La Alquimia, tiene orígenes que se pierden en la noche de los tiempos, y en los más diversos lugares del mundo, básicamente la alquimia es imitar el trabajo de la naturaleza, en el entendido de que en la naturaleza nada se pierde ni se crea, solo se transforma. El alquimista busca transmutar, trabajar con las fuerzas más sutiles de la naturaleza, mejorar lo existente. Simbólicamente, transformar metales viles en oro, que no es más que elevar nuestra esencia espiritual a planos superiores, siempre perfeccionándonos. De esta escuela surgen términos como la piedra filosofal, el disolvente universal, la anima mundi, la gran obra.
Para el mundo profano no es más que la persecución de riquezas materiales, de codicia, para los verdaderos iniciados representa transmutar la ordinaria materia en fuerza espiritual, transformar nuestro cuerpo y deseos materiales, en elevados espíritus que prescinden de todo materialismo.
La Cábala Hebrea, es una corriente de la mística judía, que pretende explicar el funcionamiento del universo, su pasado, su presente, su futuro, mediante el estudio del árbol de la vida, y de los primeros cinco libros de la biblia, el torá, buscando sus sentidos ocultos. Se dice que Dios la entregó al hombre en el principio de los tiempos, es por eso que Cabalá, significa “recibir”, o “clave”. En el sentido de un regalo de Dios, o las claves para entender el universo. Además que la cábala enseña los principios y leyes espirituales del universo, entendiendo y aplicando las cuales el iniciado tiene repercusión directa en su vida, alcanzando la paz y la alegría en el plano físico.
El esoterismo occidental, recibió un poderoso impulso y enriquecimiento con otras corrientes del lejano oriente. Con las cruzadas en tierra santa, se logró el conocimiento de filosofías y secretos que hoy son parte del esoterismo moderno, tales como los de la antigua Persia, y la vieja escuela hebrea.
Con la conquista de la India por el imperio británico, el mundo occidental se abrió al conocimiento Védico: yoga, tantra, kundalini, conceptos ampliamente difundidos, pero que a la vez guardan sus verdaderos secretos sólo a los iniciados.
Actualmente la corriente de la nueva era, nos inunda de un sincretismo sin par de filosofías, supuestos secretos, y conocimientos a medias, queriendo aparentar un todo, que no son más que retazos del gran conocimiento, sin profundizar en la verdad.
Sólo se revela la verdad a los iniciados, o dicho en las palabras del Rudyard Kipling, El Maestro aparece cuando el estudiante está listo.
                                                            Fuente:rubies de sabiduria.

Jesús Miravalles Gil

23 de enero de 2011

LA FILOSOFIA HERMÉTICA

  El concepto de transmutación mental que nos propone la filosofía hermética es una transmutación a conciencia del ser humano, de negativo a positivo, de lo malo a lo bueno, de “plomo” en “oro”, de ignorar a conocer, del odio al amor…
El cambio gradual de todo aquello que no nos agrada en nuestra forma de ser, que se determina a través del conocimiento, el auto conocimiento y una abertura de la conciencia.
Trabajando con los siete principios herméticos se pueden cambiar las circunstancias personales y las de su entorno. Puede atraer para sí lo que necesite, por el principio de correspondencia, agrupando lo similar con lo similar. Puede situarse en la vibración adecuada para transmutar, por ejemplo, pobreza en riqueza o enfermedad en salud, por el principio de vibración. Puede transmutar lo negativo en positivo por el principio de polaridad. Puede crear conscientemente el ritmo adecuado para romper un hábito perjudicial. Puede inundar su vida de efectos favorables si siembra buenas causas, por el principio de causa y efecto. Y puede, en fin, engendrar todos los proyectos que desee, a través del principio de generación.
Lo normal es que el hermetista tenga que operar para lograr un resultado con todos o casi todos estos principios. Utilizando estas leyes de forma correcta, el estudiante al tiempo que trabaja en un proyecto evolutivo superior puede ir logrando también cambios que mejoren su vida, su salud, su relación de pareja, su patrimonio y su éxito en la vida, ya que el adecuado uso de El Kybalion no tiene límites. Para todo aquel que tenga una genuina inquietud espiritual y que se pregunte dramáticamente por el sentido de la vida, El Kybalion señala el camino adecuado, un camino objetivo y seguro que se contrapone a las fantasías espirituales del seudo esoterismo en las que el hombre semi-hipnotizado sueña que evoluciona, pero sin transmutar su naturaleza animal.
El Hermetismo no es, por tanto, una filosofía al uso, sino la Ciencia Magistral del Universo, la Ciencia de todas las ciencias, la ciencia que despierta en el hombre sus capacidades mentales latentes y la que le enseña a vivir sabiamente por medio del correcto empleo de las leyes de la Naturaleza.
La Filosofía Hermética es una filosofía viviente, no es un mero saber, “sino que constituye, a la par que una enseñanza, un sistema cósmico de evolución; una puerta de escape que permite al ser humano trascender su condición animal para convertirse después de un largo camino en una especie diferente, que es el hombre estelar, criatura superior que representa el pináculo evolutivo del homo sapiens, a la vez que el inicio de un nuevo ciclo evolutivo en un nivel más elevado”.La Hermética es una filosofía para ser vivida y cuya práctica desarrolla integramente los siguientes aspectos:Espiritual, Mental, Emocional, Físico y social del ser humano. Es una filosofía constructiva, con sentido social, respetuasa de las leyes y con vocación humanista. La filosofía hermética te enseña el profundo conocimiento de la vida en sus múltiples manifestaciones del ser.

Muchas gracias por vuestro tiempo y hasta pronto.

Jesús Miravalles Gil

13 de enero de 2011

EL HOMBRE VITRUVIO

El Hombre de Vitruvio es un dibujo de Leonardo da Vinci, donde aparece un hombre cuyos miembros y cabeza forman una estrella de cinco puntas,un pentágrama, esta encerrado en un círculo y en un cuadrado.
El pentágrama es un símbolo que representa la unión de los cuatros elementos, tierra, agua, fuego y aire con un quinto, el espíritu; símbolo por lo tanto de la unión de la Tierra con el Universo, de lo humano con lo espiritual. Un conjunto armónico de los cinco elementos unidos eternamente por un vínculo sin principio, ni fin, que representa el universo, el todo; este símbolo no es otro que el Círculo, el Mandala Es una representación de la naturaleza en sí misma, compuesta por esos cinco elementos entrelazados; representa también la naturaleza del hombre como parte del todo, como representación microcósmica del macrocosmos, en la cabeza el espíritu y en cada miembro de su cuerpo un elemento.
El pentágrama se utilizó en Mesopotamia como símbolo de unión de lo finito más lo infinito.Lo usaron los templarios como marca verdadera de su orden; los hebreos, los pitagóricos, donde el pentágrama se asoció a con el Dodecaedro, el quinto sólido platónico que tiene cinco caras pentagonales; los cristianos, atribuyeron al pentágrama las cinco heridas de Cristo; se usó en el medievo como el "Nudo Interminable", un símbolo de verdad y protección.
De este modo  trabajaremos con este símbolo con miles de años de antigüedad, meditaremos con él, dejando que su energía se funda con nuestra propia energía, estableceremos un vínculo entre nuestro cuerpo físico y energético y dejaremos que sea nuestro propio inconsciente el que hable, diciéndonos qué parte de nosotros mismos debemos trabajar, plasmar en el Mandala, para así comprenderla, analizarla y así poder empezar a sanarla.

Jesús Miravalles Gil