BLOG DEDICADO A LAS MENTES MAS DESPIERTAS E INCONFORMISTAS Y QUE OS AYUDARA A DESPERTAR....




22 de diciembre de 2012

LA LEYENDA HERMÉTICA


Texto de Fabre du Bosquet sobre la transmisión del hermetismo y glosa de Raimon Arola. Del libro “Textos y glosas sobre el arte sagrado”
a) Texto de Fabre du Bosquet
Este texto procede de unas largas notas de la Concordance Mytho-Physico-Cabalo-Hermétique (Le Mercure Duphinois, Grenoble, 2002), un texto atribuido a Fabre du Bosquet. La primera de las notas apoya el siguiente fragmento que pertenece al prólogo: Todas las ficciones relatadas por Píndaro, Orfeo, Hornero, los egipcios, los griegos y los celtas, no son más que alegorías sacadas de la materia, de las manipula­ciones y los efectos que producía el Arte Sacerdotal. En la segun­da nota, el autor reconoce que sus expe­rimentos coinciden con la Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto, a quien dedica la nota.
1. Al principio, la ciencia de la Naturaleza se conoció con el nombre de ciencia patriarcal y se la llamó luego ciencia o arte profética; los sacerdotes egipcios la designaron con el nombre de ciencia o arte sacerdotal; desde la dispersión de los sacerdotes egipcios y la des­trucción de los templos se la ha llamado siempre cien­cia o arte hermético. (p. 15)
2. La casa de Canaan vio surgir de su seno un hombre de una sabiduría consumada, llamado Adres o Hermes; fue el primero que instituyó escuelas, inventó las letras, las ciencias y las artes, y, entre las ciencias había una que no comunicó más que a sus sacerdotes, con la condición de que la guardaran para sí como un secreto inviola­ble. Les obligó bajo juramento a no divulgarla más que a quienes hubieran encontrado dignos de sucederles, después de someterlos a largas pruebas. Los reyes les prohi­bieron revelarla bajo pena de muerte. Alkandi y Gelaldinus mencionan al segundo Adris o Hermes, el apodado por excelencia Trimegisto y ambos au­tores se expresan así: “En los tiempos de Abraham vivía en Egipto Hermes o Adris segundo, que la paz esté con él; se le llamó Trismegisto porque era a la vez profeta, filósofo y rey; enseñó el arte de los metales, la alqui­mia, la ciencia de los números, la magia natural, la ciencia de los espíritus y fue la ciencia de la Naturaleza la que le llevó a todas las demás ciencias”.
Pitágoras, Empédocles, Arquelao el sacerdote, Só­crates, Platón, Aristóteles, Hipócrates, Demócrito etc., sacaron su ciencia de los escritos de Hermes, que les comunicaron los sacerdotes egipcios.
Eusebia declara expresamente, que, según Manetón, Hermes fue quien instituyó los jeroglíficos, los redujo a categorías y los reveló a los sacerdotes; Manetón, gran sacerdote, los explicó en secreto a Ptolomeo Filadelfo quien, aunque era muy comunicativo, sin embargo, jamás los reveló. Zósimo Panopolita, Ensebio, Sinesio aseguran que esta ciencia fue cultivada durante largo tiempo en Menfis. (…)
Los jeroglíficos eran considerados sagrados y se guardaban ocultos en los lugares más secretos de los Templos; sólo por la explicación de los jeroglíficos uno era iniciado en los conocimientos secretos de la Natura­leza y sólo se daban estas explicaciones en lo que se denominaba el Santuario y a los que se encontraba dignos de ellas por la amplitud de su talento y por su sabiduría. (…)
Moisés, iniciado en los misterios del sacerdocio egip­cio, fue, en su tiempo, quien más  profundizó en las cien­cias sublimes que habían redactado los dos Hermes. Penetró el sentido de los jeroglíficos y utilizó los mismos medios, a los que añadió las parábolas, para conservar y transmitir a la posteridad todas las ciencias que había adquirido. Filón, el judío, De vita Mosis (libr. I), relata que Moi­sés aprendió la filosofía simbólica o ciencia de la Naturaleza en Egipto.
San Clemente de Alejandría relata lo mismo respecto a Moi­sés y añade que los sacerdotes egipcios no enseñaban esta ciencia más que a los hijos de los reyes o a sus propios hijos.
Ramban, autor hebreo, asegura In Exordio Genesis que todo lo que contiene la ley de los judíos y de los hebreos está escrito en sentido alegórico y de un modo parabólico para ocultar al pueblo los secretos de la ciencia sublime de la Naturaleza.
Salomón consideraba los jeroglíficos, los proverbios, los enigmas y las parábolas como objetos dignos del estudio de un sabio. “El sabio se consagrará al estudio de los jeroglíficos y de las parábo­las, se esforzará en interpretar las ficciones y los enigmas de los antiguos, penetrará el sentido de las parábolas y discutirá los proverbios para descubrir la ciencia que se halla oculta en ellos”. (Pr, I)
Salomón prohibió a los sacerdotes ex­plicar el sentido de los jeroglíficos, de las parábolas, etc., sino era en los templos y a sus discípulos. Cada templo tenía una especie de colegio donde los jóvenes que habían demostrado buenas cos­tumbres ingresaban para ser instruidos en los principios del arte sacerdotal. Eran los llamados Levitas.
Hiram fue el gran sacerdote instituido por Salomón; antes de alcanzar el sacerdocio, es decir, el grado de maestro, había que pasar por dos grados, el de aprendiz y el de compañero. Los lugares donde los aprendices y los compañeros se reunían para ser instruidos no eran los mismos; en los templos se distinguían por dos columnas; en cada una de ellas se hallaba un asiento elevado para los sacerdotes bajo cuyo mandato se encontraban. (  …)
Pero, como en todos los tiempos, así como en todas las naciones, el número de hombres que ambicionan gloria y fortuna, sin desear los trabajos que conducen a una y otra, ha sido infinitamente mayor que el de los hombres estudiosos, sucedió que el gran sacerdote Hiram fue asesinado por los discípulos a quienes había negado con firmeza el grado de maestro. Los asesinos fueron castigados y los menos culpables fueron echados del Templo. Estos últimos, al no haber podido alcanzar el conocimiento de Dios por los conocimiento sublimes de la ciencia de la Naturaleza (llamada por los sabios: magia natural, de la que el pueblo poco instruido pronuncia el nombre con espanto, cujius sapientia est stultitia coram Deo) se entregaron al estudio de la nigromancia, llamada magia negra, que les facilitaron los magos y los falsos profetas.
Cuando Cambises, rey de Persia, arrasó Egipto, los sacerdotes se dispersaron; llevaron a Grecia el Arte sacerdotal encubierto bajo las ficciones de la Teología egipcia, a la que adaptaron todos los dioses del Paganismo. Transfor­maron a Isis y Osiris en Juno y Júpiter, en Venus y Marte, etc… En las Galias, con el nombre de druidas, edificaron templos, instituyeron escuelas como en Egipto y, para el pueblo, concibieron un culto emparentado con las divinidades egipcias y griegas bajo cuyo velo enseña­ban el arte misterioso a sus discípulos. Erigieron un templo a Isis en un pueblo llamado por corrupción Issi, situado a dos leguas de París. En efecto, era el lugar más apropiado para comenzar los trabajos que exigía la Filosofía hermética; habían alzado otro a Marte en la colina de Montmartre que tomó la etimología de su nombre Monte de Marte. Gracias a la elevación de su terreno lo destinaron a atraer el rocío celeste por medio del imán filosófico, preparado en el templo de Isis. (…)
Ramon Llull, célebre filósofo her­mético formó una escuela, según el modelo de las de los templos egipcios y las de los druidas, en la que enseñaba los grandes principios de la ciencia de la Naturaleza, a cuyos precep­tos añadió el conocimiento gradual de la materia y las manipulaciones que exigía cada gradación. Los últimos grados a los que llegaba la materia sólo eran enseñados en los lugares más secretos de su escuela y, únicamente, a los discípulos que, después de distinguirse por su aplicación y celo, se les juzgaba dignos de ser elevados al venerable grado de maestro. Después del ascenso a este grado eminente se les instruía ampliamente acerca del po­der al que las adaptaciones propias de la piedra filosofal podían elevarles.
Estas escuelas fueron el origen de las sociedades co­nocidas bajo el nombre de francmasonería; estas socieda­des deben su fundación a los aprendices y compañeros desaplicados que no pudieron alcanzar el grado de maestro y que, sin embargo, enorgullecidos por la cele­bridad de las escuelas de las que habían sido discípulos, intentaron formar nuevas escuelas, con el nombre de logias, en las que enseñaron bajo la sombra del misterio lo poco que su falta de atención les había permitido retener de las lecciones de su maestro; es decir, sólo pudieron enseñar las palabras, la corteza y la superficie de la ciencia sublime cuyo conocimiento no habían logrado alcanzar.
En la medida que estas logias se alejaron de su origen, se alejaron también del verdadero sentido que los primeros fundadores pudieron dar a ciertas palabras de las que no se tiene hoy ni la más ligera idea. Estas palabras, que ya no significan nada, se han conver­tido en sus secretos y lo que había sido instituido por los sacerdotes egipcios únicamente para formar a profetas y sa­bios y por Ramon Llull para formar a filósofos her­méticos, tal como en esta escuela lo fueron Ripley y Cristóbal obispo de París, se ha convertido hoy en un lugar de reunión donde sólo se ocupan de falsedades, de tonterías y, sobre todo, de banquetes suntuosos, en los que se pronuncian sin cesar palabras a las que no atribu­yen otro sentido que el de pan, vino y agua. Los golpes medidos que se dan no tienen otra significación que la que tiene el golpe del tambor que llama al orden o el cuidado que debe de tenerse con el mandato, etc. (pp. 34 y sigs.)

La leyenda hermética

b) Glosa de Raimon Arola al texto de Fabre du Bosquet
Este texto ilustra perfectamente el sentido tradicio­nal del arte sagrado; cuenta muy resumidamente la historia legendaria de la auténtica transmisión, desde los albores de la humanidad hasta nuestros días, una historia que muy poco tiene que ver con la llamada “oficial”, con sus aconteci­mientos políticos, sociales e institucionales que se estudia en los colegios. Lo que resume nuestro autor es la historia esotérica de Occi­dente, el desarrollo interior de la humanidad en el que sólo cuenta la relación del hombre con Dios y viceversa, por medio del arte o ciencia origi­nal. Se trata, en definitiva, la vera-historia transmitida de ge­neración en generación. Se repite la misma ope­ración, aunque con distintos nombres, sin perder nunca su vitalidad ya que cada vez es renovada. Cuando este arte no es renovado por un auténtico artista, se vuelve exotérico, participa de la historia generada por los hombres y aunque sus temas, sus obras de arte, o sus rituales hablen de la realidad interior y la representen, ésta ha dejado de existir, ya no forma parte de la historia verdadera
La historia del arte sagrado se oculta del mundo profano, no está sometida a ningún interés ni pasión. Hoy en día permanece ignorada y cada vez más olvidada. Pero para aquel que busca a Dios, la historia del arte sagrado es motivo de admiración y alabanza, éste nunca dejará de dar gracias a Dios por su revelación preciosa que ha generado y manifestado este Arte en este mundo.
El arte sagrado contiene en su seno el profundo misterio de la regeneración del hombre, del retorno a Dios después de la caída de nuestros primeros padres, por eso es inseparable de los misterios nucleares de todas las religiones y conocimientos auténticos. Respecto a su origen divino K. von Eckharthausen, en su obra La nube sobre el santuario, escribió lo siguiente: El hombre, antes de la caída, era el templo viviente de la divinidad; y, a partir del momento en que este templo fue devastado, el plan para reconstruirlo fue pro­yectado por la sabiduría de Dios, y en esta época co­mienzan los santos misterios de todas las religiones, que no son, en sí mismos, según mil motivos diferentes, se­gún el tiempo, las circunstancias y la manera de concebir de las naciones, más que las imágenes repetidas y modi­ficadas de una verdad única, y esta verdad es la regene­ración, la reunión del hombre con Dios. Antes de la caída el hombre era sabio, estaba unido a la sabiduría; después de la caída, fue separado de ella; de aquí que la revelación o la ciencia para recuperar esta unión con la sabiduría, le fuera necesaria.
Todo el arte sagrado occidental se precia de continuar las enseñanzas de Hermes Trimegisto,  a quien el tex­to de Fabre du Bosquet designa como el inventor de las artes y las ciencias,  que manifestó en el mundo la verdad de la revelación divina, por eso al arte sagrado occidental se le conoce como Arte Hermético. Un arte sellado y secreto, la fuente primera de donde beben todas las formas artísticas de la historia exterior, que tan sólo son la punta del iceberg del Gran Arte instituido por Hermes. El Arte sacerdotal de los antiguos egipcios que sabe y puede transmitir las bendiciones del cielo sobre la tierra, corporificándolas en una Obra imperecedera. Estaríamos hablando de un arte iniciático poseído sólo por aquel que conoce el centro se­creto de la creación, sin mezclas ni cortezas, sólo entonces puede producirse la auténtica “creación”. Al iniciado le pertenece la verdadera obra de arte, como las que ornaban las tumbas de los Faraones y que les acompañaban hasta la otra, la real, vida. Un arte extraordinario, pero oculto, sellado por múltiples puertas que ningún mortal podía apreciar. Riquezas indescriptibles, formas y ornamentos nunca superados, los siglos no pasan para su belleza, pero todo ello, escondido en la más profunda oscuridad. Este Arte, que es un reflejo del auténtico, sólo pertenecía al Faraón, el salvador de su reino, el único poseedor del KU: la facultad de hacer bajar la vida del cielo y dispensarla a todo su pueblo.
Enlace: arsgravis

HORUS

9 de diciembre de 2012

MENSAJE DE THOT: EL PROCESO DE ASCENSIÓN

PAZ, LUZ Y AMOR
 En mi Luz te llevo, en mi Amor te consuelo, en mi Paz te alimento.Hija Amada, aunque mucho tiempo llevamos caminando juntos, es necesario que todos tus hermanos sepan algo más de mi. Yo procedo de Atlantis, Maestro de Maestros, procedente a su vez, de los confines de vuestro universo y habitando posteriormente en Orión.
Vine a visitar este mundo como forma de ayudaros en su evolución.Fuimos muchos los que aquí estuvimos y fuimos muchos los que tuvimos que huir de nuestras casas y amados espacios de enseñanza y oración.Hubo tanto revuelo y tanto enfrentamiento con los que vinieron después a nosotros, que nada se pudo hacer. Pero yo permanecí, junto a otros, y nos repartimos por ese Amado Planeta, el cual ayudamos a evolucionar y, por tanto, vinculamos nuestra evolución y energía a él y vosotros.Tú y otros como tú, vinisteis con nosotros, formando parte del grupo de trabajo y también, como nosotros, tuvisteis que huir a otras tierras.
Tú, junto a mi y a otros, nos fuimos para Egipto, donde reconstruimos nuestros templos y residencias y volvimos a instaurar la civilización atlante, adaptada al lugar y al momento.Pero hoy vengo a ti para hablar del Proceso de Ascensión por el que estáis pasando.La Ascensión en sí no es más que trascender todas las Leyes propias de 3D para incorporar las de 5D; no es más que consigáis que vuestros cuerpos ya no enfermen como en 3D, que no sufran como en 3D, que vuestra alma se haya liberado de la vibración de ese plano de dolor y densidad y que pueda volar libre, lo que no implica que no podáis seguir disfrutando de los placeres y bellezas propios de ahí.La diferencia es la forma de vivenciarlo, de experimentarlo, de sentirlo, de compartirlo.
Vuestros corazones deben dar libertad y pedir libertad; deben saber perdonar y pedir perdón; deben saber amar sin condicionar, sin pedir, sin buscar, sin depender, sin todo aquello que bien sabéis, pues lo habéis experimentado tantas y tantas veces.El trabajo también implica superar otros aspectos propios de ese plano que lo domina todo, el miedo y la culpa, miedo a la pérdida en cualquier ámbito y vivir en la culpa por cualquier cosa.Deberéis encontrar vuestro lugar y desde él caminar, compartir, superar, dar, amar, perdonar, sentir, recibir y todo lo que pueda ser vivido desde un corazón puro y redimido.
Ya no más dolor, ya no más temor, ya no más culpa, ya no más dualidad, ya no más de todo lo que en la 3D os alimenta.Muy importante también es conectar y superar la dualidad propia del plano y no engañaros con palabras bonitas que os alejan de ella. Para superar la dualidad hay que meterse en ella, vivenciarla y transmutarla para así integrarla. Superar la dualidad es ser consecuentes con lo que se piensa, se siente y se hace.Que todo el ser vaya en la misma dirección con total transparencia, sin ocultarse tras la sombra de la ilusión o, peor aún, del auto-engaño ya que el engaño no existe… todo el que engaña, para protegerse o para ocultar sus verdaderas intenciones es a sí mismo a quien se está engañando, es a su ser a quien le está impidiendo realizar sus procesos de cambio y de transmutación interna para elevarse a los planos de ascensión.Por tanto, el proceso de ascensión consiste en elevarse a la Pureza y Transparencia del Ser Superior, es integrarse en el UNO que todos somos en esencia y caminar desde aquí en total integridad y honestidad, no siendo lo que de baja vibración se aproxime a vosotros, pues ya no forma parte de vosotros, Amados Míos.¿Complejo? Quizá, pero esto es Ascender.
Es el despertar de vuestro Maestro Interno, es el recuperar o alcanzar vuestra Maestría y caminar desde ella.¿Os animáis a ello? Todos los Maestros Ascendidos, Guías y Seres Angélicos, ya lo vivenciamos de una u otra forma, desde los correspondientes planos y experiencias y, por ello, entendemos lo que es y por lo que estáis pasando.Igualmente estamos ayudando a despertar a todos aquellos vehículos Angélicos y de Maestros que ahí estáis y que tendréis mediante este proceso ascensional que reconoceros y caminar cada uno desde vuestra frecuencia.Os animo Hijos Míos y espero que éste no sea ni el primero ni el último mensaje que pueda transmitiros.Mi Luz, Paz y Amor reine en vuestras almas- corazones siempre.TOTH, Maestro de Maestros, regente de la Llama de la Ascensión, llama blanca de Pureza Divina del Corazón de Dios.        Enlace: Arsgravis

HORUS

2 de diciembre de 2012

LOS DOCE ADEPTOS


   
Michael Maier en el libro “Symbola aureae mensae…”, 1617, propuso una especie de ordenación histórica de la alquimia, sin naturalmente querer determinar su historia real. Lo que este autor pretendió fue mostrar la cadena iniciática de los maestros de la alquimia que abarca desde Hermes Trimegisto hasta su tiempo. Maier agrupa las leyendas que se refieren a estos personajes para encontrar su enseñanza; el título completo de la obra de Maier es bastante elocuente: “Símbolos de la mesa áurea de las doce naciones. Es decir, la fiesta Hermética o de Mercurio, celebrada conjuntamente por doce héroes en virtud de la costumbre, la sabiduría y la autoridad del arte de la química, [...] para restituir a los Artistas el honor y la fama debidos a sus merecimientos; donde se demuestran la permanencia del Arte y su invicta veracidad.”
A fin de enseñar el auténtico sentido de la alquimia, Maier recogió el testimonio de doce adeptos, cada uno identificado con una nación y una tradición espiritual, que se sucedieron desde Hermes Trimegisto hasta Sendivogius (el personaje anónimo). Con emblemas que recreaban una historia imaginada, Maier enseñó que la unidad de todas las tradiciones se hallaba en el secreto de la realización alquímica, pues el hermetismo era considerado como el nudo mismo de la tradición, por eso se podía incorporar a todas sus manifestaciones, representadas por las diferentes religiones.
Las distintas escenas simbólicas que acompañan la representación de los doce sabios son distintas representaciones de la misma conjunción de dos partes para hacer la única obra alquímica.
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
Enlace: Arsgravis
HORUS