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16 de marzo de 2016

HERMES - 1 - 2

                                                             HERMES - 1
 La raza negra que sucedió a la raza roja austral en la dominación del mundo, hizo del alto Egipto su principal santuario. El nombre de Hermes Coth, ese misterioso y primer iniciador del Egipto es las doctrinas sagradas, se relaciona sin duda con la primera y pacífica mezcla de la raza blanca y de la raza negra en las regiones de la Etiopia y del Alto Egipto, largo tiempo antes de la época aria. Hermes es un nombre genérico como Manú y Buddha pues designa a la vez un hombre, a una casta y a un Dios. Como hombre Hermes es el primero, el gran iniciador del Egipto; como casta, es el sacerdocio depositario de las tradiciones ocultas; como Dios, es el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus, de iniciadores divinos; en una palabra; Hermes preside la región Supra-terrena de la iniciación celeste. En la economía espiritual del mundo, todas esas cosas están ligadas por secretas afinaciones como por un hilo invisible. El nombre de Hermes es un talismán que las resume, un sonido mágico que las evoca. De ahí su prestigio. Los griegos, discípulos de los egipcios, le llamaron Hermes Trismegisto a tres veces grande, porque era considerado como rey, legislador y sacerdote. Él caracteriza a una época en que el sacerdocio, la magistratura y la monarquía se encontraban reunidos en un solo cuerpo gobernante. La cronología egipcia de Manetón llama a esa época el reino de los dioses. No había entonces ni papiros ni escritura fonética, pero la ideografía existía ya; la ciencia del sacerdocio estaba inscrita en jeroglíficos sobre las columnas y los muros d las criptas. Considerablemente aumentada, pasó más tarde a las bibliotecas de los templos. Los egipcios atribuían a Hermes cuarenta y dos libros sobre la ciencia oculta. El libro griego conocido por el nombre de Hermes Trismegisto encierra ciertamente restos alterados, pero infinitamente preciosos, de la antigua teogonía, que es como la fiat lux de donde Moisés y Orfeo recibieron sus primeros rayos. La doctrina del Fuego Principio y del Verbo Luz, encerrada en la Visión de Hermes, será como la cúspide y el centro de la iniciación egipcia.
                                                           HERMES - 2
Trataremos ahora de encontrar esta visión de los maestros, en rosa mística que se abre en la noche del santuario y en el arcano de las grandes religiones. Ciertas palabras de Hermes, impregnadas de sabiduría antigua, son propias para prepararnos a ello. “Ninguno de nuestros pensamientos –dice a sus discípulo Asclepios- puede concebir a Dios, ni lengua alguna puede definirle. Lo que es incorpóreo, invisible, sin forma, no puede ser percibido por nuestros sentidos; lo que es eterno, no puede ser medido por la corta regla del tiempo; Dios es, pues, inefable, Dios puede, es verdad, comunicar a algunos elegidos la facultad de levarse sobre as cosas naturales para percibir alguna radiación de su perfección suprema; pero estos elegidos no encuentran palabra para traducir en lenguaje vulgar la Visión inmaterial que le ha hecho estremecer. Ellos pueden explicar a la humanidad las causas secundarias de las creaciones que pasan bajo sus ojos como imágenes de la vida universal, pero la causa primera queda velada y no llegaríamos a comprenderla más que atravesando la muerte.” Así hablaba Hermes del Dios desconocido, en el pórtico de las criptas. Los discípulos que penetraban con él en sus profundidades, aprendían a conocerle como ser viviente.
El libro habla de su muerte como la partida de un dios. “Hermes vio el conjunto de las cosas, y habiendo visto, comprendió, y habiendo comprendido, tenía el poder de manifestar y de revelar. Lo que pensó lo escribió; lo que ocultó en gran parte, callándose con prudencia y hablando a la vez, a fin de que toda la duración del mundo por venir buscase esas cosas. Y así, habiendo ordenado a los dioses sus hermanos que le sirvieran de cortejo, subió a las estrellas.”
Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo.
Oiréis que allí vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los números y la armonía de las esferas.
Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descenderéis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos.
HERMES TRISMEGISTO
                                            http://contacto-elalma.tumblr.com/
Jesús Miravalles Gil

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